Tras una sesión de mas de 13 horas, el pedido de vacancia
solo obtuvo 79 votos a favor y fue rechazado, porque la ley indica que
necesitaba del apoyo mínimo de 87 de los 130 legisladores.
La moción recibió 19 votos en contra y 21 abstenciones por
lo que fue archivada y Kuczynski seguirá al frente de la jefatura del Estado
peruano.
En la decisión final tuvieron un rol decisivo los
legisladores del bloque de izquierda Nuevo Perú, que se retiraron en bloque
antes de la votación y exhibieron carteles que decían “Ni golpismo ni
lobbismo”.
Sin embargo, también se produjo la sorpresiva abstención de
10 legisladores del partido fujimorista Fuerza Popular, que domina el Congreso
y había anunciado una votación en bloque a favor de la destitución de
Kuczynski.
La votación se dio tras un debate en el Pleno del Congreso
de más de 9 horas, que a su vez estuvo precedido por la defensa que hizo
Kuczynski ante el Pleno durante más de dos horas, acompañado por su abogado
Alberto Borea.
En su alegato, Kuczynski pidió a los congresistas que
“salven la democracia” y rechacen el pedido de destitución, a la vez que negó
haber favorecido a Odebrecht o mentido en su relación con esa constructora.
El jefe de Estado se presentó ante el pleno para defenderse
de la moción de vacancia por “permanente incapacidad moral”, solicitada por la
asesoría financiera que su empresa Westfield Capital dio a Odebrecht entre 2004
y 2007 por un proyecto de irrigación en Perú.
El jefe de Estado también pidió disculpas porque, según
dijo, debió “ser el primero en advertir las dificultades para sanar las
heridas, tras la contienda democrática” del 2016, en las que venció por
estrecho margen a la actual líder opositora Keiko Fujimori.
“No está en juego mi permanencia en el cargo, está en juego
la estabilidad democrática, no apoyen una vacancia sin sustento, porque el
pueblo no olvida, ni perdona”, expresó el mandatario.
Kuczynski reiteró que es propietario de Westfield Capital,
dedicada a asesorías financieras desde 1992, y que cuando fue ministro del
gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) esa compañía era gestionada por su
exsocio Gerardo Sepúlveda.
Remarcó que “la norma prohíbe que (un funcionario público)
gestione intereses propios o de terceros, pero los dividendos que un empresario
recibe por parte de una empresa, son por la propiedad de la misma, no por su
gestión”.
“Soy un hombre honesto, jamás he recibido un coima o un
soborno, que haya torcido mi voluntad. Ni mi empresa ni yo hemos contratado con
el gobierno, jamás incurrí en conflicto de intereses”, sostuvo.
El rechazo al pedido de destitución del gobernante cerró una
intensa semana de crisis política en Perú, que comenzó el jueves pasado cuando
Odebrecht remitió un documento sobre las consultorías que hizo la empresa de
Kuczynski. EFE
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