Que hace olvidar flagrantemente al ministerio de
Transportes y Comunicaciones y la controvertida concesionaria NORVIAL, así como
a las autoridades nacionales, regionales y locales, que la negligente,
peligrosa e irresponsable construcción de la carretera Panamericana Norte, en
el sector del Serpentín de Pasamayo, fue la principal causa de la muerte de 52
personas tras la caída de uno de los ómnibus de la empresa de transportes
interprovincial "San Martín de Porres" en el escalofriante punto
conocido como "la curva del diablo", hace exactamente un año atrás.
Pues, mientras el país, la región Lima, las provincias del
norte chico como Huaral, Huaura y Barranca, celebrabamos el año nuevo y
paradójicamente nos dábamos los buenos deseos de un feliz año 2018, en la
mañana del 2 de enero se registró uno de los accidentes de tránsito con
consecuencias mortales más grandes de la historia del transporte nacional,
porque dejaron de existir más de 50 pasajeros que se desplazaban de Huacho a
Lima.
Tras la precipitación del trágico bus a uno de los abismos
del Serpentín de Pasamayo, muchas voces intentaron llevar a encontrar una
justificación para el terrible en la imprudencia del conductor, cuando las
verdaderas causas están en la mala edificación de dicha vía, pues no tiene
trazos lineales y en curvas que signifiquen elemental protección para la vida
de todos aquellos que estamos obligados a viajar en en transporte público.
Pero a un lamentable año de la devastadora caída de dicho
bus, tanto el ministerio de Transportes y Comunicaciones como NORVIAL, solo han
atenida a cerrar, es decir prohibir la circulación de los ómnibus de
transportes interprovincial de pasajeros por la peligrosa vía del serpentín de
Pasamayo, inclusive con una medida de ampliación de plazo, como solución genial
al problema.
A un año de dicha caída del bus, en el serpentín de Pasamayo
no se han realizado ningún trabajo complementario que nos aseguren que ningún
vehículo va ha volverse a caer, pues no se han colocado unas verdaderas
barandas de seguridad, señalización y protección de los conductores y
pasajeros.
Todo esto simplemente significa que la vida de los pasajeros
y conductores no vale nada, porque hasta ahora dicha ruta, así como la variante
de Pasamayo siguen igual que cuando el bus de la empresa de transportes
"San Martín de Porres" se cayó en la "curva del diablo" el
pasado 2 de enero, seguramente a la espera de otra tragedia similar o parecida
para volver a hacer una pantomima pero no soluciones concretas./LA JORNADA.
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