lunes, 5 de diciembre de 2016

Puquiales secos, pozos que se empiezan a secar en la costa y lagunas con alarmantes niveles de agua en el sistema Puajanca.



Las lagunas son consideradas esas grandes reservas de agua que necesitamos los seres humanos, muchos no las vemos, ni siquiera nos importa dónde están. Cuando, nos falta el líquido vital, únicamente exigimos que no debe faltar.

En otro escenario, coyunturalmente los gobiernos central y regional, han destacado que el tan apreciado recurso hídrico en la zona altoandina de la provincia de Huaral, genera un gran porcentaje de la energía eléctrica para el país, pero es alarmante ver cómo ha descendido el nivel de almacenamiento de las lagunas, cuyo caudal mueve las turbinas, que generan desarrollo.

Hemos ingresado a los primeros días del mes de diciembre de 2016. En algunas partes de la sierra peruana ya ha empezado a caer las primeras gotas de lluvia, mas espera una frecuencia que permita que se pueda almacenar agua, con la finalidad de garantizar las reservas para todo el 2017.

Durante este tiempo la condicional sigue siendo, “sí pronto no empieza a llover, las alarmas empezarán a marcar indicadores en rojo que nos pondrán en una coyuntura difícil. Pero sí llueve debemos almacenar toda la cantidad de agua que sea posible”, manifiestan los entendidos en el manejo del recurso hídrico.

¿Estamos preparados para enfrentar el problema? ¿Cuántas represas de gran dimensión que podrían marcar la diferencia, se han proyectado? Para no tener que pasar dificultades.

Sabemos de los esfuerzos para mejorar el almacenamiento de agua, que hace el Gobierno Regional de Lima, con intervención de la Junta se Usuarios del Valle de Chancay – Huaral y otras instituciones; sin embargo, nos preguntamos sí lo que se hace ahora es suficiente para enfrentar el futuro y la probable escasez de agua.

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