Las lagunas son consideradas esas grandes reservas de agua
que necesitamos los seres humanos, muchos no las vemos, ni siquiera nos importa
dónde están. Cuando, nos falta el líquido vital, únicamente exigimos que no
debe faltar.
En otro escenario, coyunturalmente los gobiernos central y
regional, han destacado que el tan apreciado recurso hídrico en la zona
altoandina de la provincia de Huaral, genera un gran porcentaje de la energía
eléctrica para el país, pero es alarmante ver cómo ha descendido el nivel de
almacenamiento de las lagunas, cuyo caudal mueve las turbinas, que generan
desarrollo.
Hemos ingresado a los primeros días del mes de diciembre de
2016. En algunas partes de la sierra peruana ya ha empezado a caer las primeras
gotas de lluvia, mas espera una frecuencia que permita que se pueda almacenar
agua, con la finalidad de garantizar las reservas para todo el 2017.
Durante este tiempo la condicional sigue siendo, “sí pronto
no empieza a llover, las alarmas empezarán a marcar indicadores en rojo que nos
pondrán en una coyuntura difícil. Pero sí llueve debemos almacenar toda la
cantidad de agua que sea posible”, manifiestan los entendidos en el manejo del
recurso hídrico.
¿Estamos preparados para enfrentar el problema? ¿Cuántas
represas de gran dimensión que podrían marcar la diferencia, se han proyectado?
Para no tener que pasar dificultades.
Sabemos de los esfuerzos para mejorar el almacenamiento de
agua, que hace el Gobierno Regional de Lima, con intervención de la Junta se
Usuarios del Valle de Chancay – Huaral y otras instituciones; sin embargo, nos
preguntamos sí lo que se hace ahora es suficiente para enfrentar el futuro y la
probable escasez de agua.
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