Escribe: Roberto Mejía
Alarcón
Si el hombre de Palacio de Gobierno necesita voluntarios,
yo en persona y sin sorteos ni propinas de por medio, me presento como tal. Se
supone que a estas alturas del partido, habiendo superado hace rato más de medio
siglo de existencia en estas tierras no muy santas, este arrebato no tiene por
objeto lucir el glorioso uniforme verde, ni tampoco cumplir con la voz de mando
marcial: ¡de frente... marchennnn...! Mi espontánea decisión lleva otro
propósito. Cooperar con el presidente comandante en la búsqueda de noticias
positivas.
Ya se sabe que a nuestro optimista mandatario le agrada
sobremanera correr en las primeras horas de la mañana. Llevar una vida sana,
nada de tragos ni de malanoches. Tiene a su favor esa ejemplar forma de cuidar
la salud, que trata de extenderla durante todo el día. Lamentablemente no
siempre los aires corren a su favor. A partir de las seis de la mañana se le
avinagra la leche con avena y los panes con asado le saben a salado.Todo por
culpa de los noticieros televisivos que solo presentan un panorama negativo de
hechos, donde solamente hay sangre, morbo, etc. Así lo ha expresado ante los
suertudos empresarios que le acompañaron en reciente cita y que según la nota
informativa representan a los principales medios que apoyan la campaña "
Cambiemos de Actitud", que busca reducir los accidentes de tránsito en el
país.
Yo en cambio, simple ciudadano y con recuerdos gratos de
reportero de a pie, lo confieso con hidalguía aunque quizás un poco tarde, llevo
una vida a la inversa y sin ganas de arrepentimiento. Le entro a la épica
costumbre del "salud compadre" y dos más, bien heladas, "las del estribo,
antes de irnos", que sazono, además, con irrepetibles noches de bohemia por las
viejas calles de esta Lima que se aleja y que se alumbra con luces mortecinas.
Esas mismas que facilitan el ocultamiento nocturno de la realidad de la
ciudad-capital. Por supuesto y valga las diferencias con el ocupante del sillón
presidencial, no tengo la "dicha" de reunirme con los bienaventurados
"representantes de los principales medios", que son invitados de honor a Palacio
de Gobierno. Y que en su casi totalidad hacen empresa, como se puede comprender,
para ganar dinero. No hay complejos ni fobia al respecto, por si acaso. Prefiero
si reunirme con los que no son considerados "representantes de los principales
medios", con los periodistas provincianos y los periodistas limeños de salario
mínimo, con aquellos a quienes los despojan del derecho al trabajo cuando le da
la gana al patrón, con quienes buscan y encuentran lo bueno, lo malo y lo feo de
esta sociedad no muy democrática. Y que hay que subrayarlo, dirigen sus medios,
más que como negocio, con el quijotesco espíritu de un periodismo al servicio de
la colectividad o trabajan arriesgando vida y salud en procura de la
verdad.
Formuladas las precisiones y sin insinuación oculta de
subirme al carro, le sugeriría al presidente comandante, entonces, un breve
recorrido, cerca de la medianoche, por las arterias inmediatas a Palacio de
Gobierno. Esto en homenaje a que según trasciende (dato, rumor, chisme) deja las
sábanas casi al amanecer. Como referencia, en mi hoja de vida, tengo dicho que
he gastado suelas y tacos de zapatos remendados, caminando por calles como
Palacio, Polvos Azules, Pescante, Rinconada de Santo Domingo, Acequia Alta,
Borriqueras, Bajada del Puente,Siete Pecados, Comesebo, etc, etc. Y otras más
distantes como Capón, Amargura, Gallos, Mariquitas, Puerta Falsa del Teatro, que
son muy largas de enumerar, pero que están en el perímetro de Lima Cuadrada.
Como punto de partida veríamos qué es lo que acontece en los tramos vecinos al
"Salón Dorado" de la Casa de Pizarro. Por ejemplo, el viejo Puente de Piedra, en
donde los y las que no tienen trabajo estable, ni posibilidad de empleo fijo,
han convertido el lugar, en un mercado de pulgas y de cocinería al aire libre.
No porque les da la gana, ni ánimo prepotente, sino más bien por necesidad. Por
allí bajan y suben muchas personas, que se convierten por pocos nuevos soles, en
público consumidor de esos practicantes de la economía informal. Tengo la
certidumbre que cuando se haga un reportaje sobre este escenario de la realidad
capitalina, en zona tan inmediata al despacho presidencial, es posible que se le
califique como noticia negativa y no como noticia positiva, por quienes no
tienen ojos para ver ni oídos para escuchar.
Pero continuamos con esta invitación cordial al Jefe de
Estado, que quiere 15 o 20 minutos de noticias positivas. Muy cerca de allí, en
Polvos Azules, antigua arteria desde tiempos de la colonia, donde se expendía
añil, llamada ahora Alameda Chabuca Granda, la situación es prácticamente una
revelación abierta del Perú real. Ha sido tomada por gente en extremo indigente,
también por quienes sufren de alteraciones mentales, pobres entre los pobres,
como dormitorio al aire libre, haya lluvia, humedad y todos los males que se
repiten en ésta época del año. Los serenos del municipio acostumbran a
desalojarlos, pero ellos vuelven a las andadas. Esto porque no tienen donde
darle descanso a su miserable humanidad. Ante la imposibilidad de ir a un hotel,
aunque sea de una estrella, optan por la vía pública, a manera de "hotel de mil
estrellas", donde el espacio celeste es el límite y sin costo alguno. El relato
visual de este cuadro que lacera el espíritu, también podría correr la suerte de
ser considerada como una noticia negativa y de ninguna manera positiva. Y allí
es donde se precipitan las confrontaciones entre quienes tienen el deber de
gobernar, en términos de la democracia formal, y quienes están en la obligación
de dar a conocer el abandono, la exclusión, en que sobreviven muchos peruanos.
Más allá de lo expresado líneas arriba, no se crea, sin
embargo, que el presidente-comandante se encuentra descaminado en su crítica,
respecto a la manipulación de hechos donde corre la sangre y el protagonismo es
el crimen. Estos sucesos, desde muy antiguo, tienen como propósito
incentivar la curiosidad extrema y, consecuentemente, el morbo del público
televidente. Son ciertos y por la gravedad que revisten no pueden ser objeto de
ocultamiento de los mismos. Sería darle paso a una cultura de secretismo, a una
suerte de auto mordaza, frente a las lacras que existen en toda sociedad. ¿No es
acaso el ser humano, el más cruel y el que tiene los mayores defectos de los
seres vivientes? El Jefe de Estado, quien tiene seguramente otras virtudes, ha
olvidado esto y pone en evidencia que carece de habilidades de comunicador y
peor aun, vocación de periodista. Caso contrario ni por asomo daría consejos o
sugerencias para regular la pauta de noticias. Eso da lugar a las más variadas
interpretaciones. Para empezar debería de saber que en cualquier país del mundo,
las noticias males abundan y las noticias positivas, son escasas. Fabricar un
mundo de felicidad, aunque sea ficticio, es un imposible. Eso ocurre
también en el Perú. Nuestra pobreza moral es mayúscula. Tanto que hasta
importantes políticos están sumergidos en el fango del crimen y de la
corrupción. Por eso, ante la candidez voluntaria mía y la seguridad que no
aceptará la invitación para conocer la realidad de lo que sucede, aquí nomás, en
la vecindad de Palacio de Gobierno, termino diciéndole ¡ Cambiemos de actitud,
presidente ! No choque con los periodistas...ahhh, tampoco olvide que en
provincias y dentro de los periodistas de a pie, hay quienes tienen también
representatividad y se preocupan por decisión propia a promover la ética en el
manejo de la noticia diaria.
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