lunes, 2 de mayo de 2011

Mensaje conjunto del Secretario General de las Naciones Unidas, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y la Directora General de la UNESCO con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, 3 de mayo de 2011


Secretario de las Naciones Unidas Ban ki-Moon
Directora de la UNESCO Irina Bokova
El Día Mundial de la Libertad de Prensa nació hace veinte años en la mente de un grupo de periodistas reunidos en Windhoek (Namibia). La Declaración de Windhoek fue un llamado a luchar para proteger los principios fundamentales de la libertad de expresión, consagrada en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y el mundo entero oyó tañer esas campanas que doblaban por el cambio.
Veinte años después, el panorama mediático ha cambiado hasta volverse irreconocible, pero nuestro objetivo sigue siendo el mismo: promover la libertad de expresión como fundamento de la dignidad humana y piedra angular de la democracia.
Nuestra época muestra una gran paradoja. Gracias a las nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunicación, nuestras posibilidades de expresión han alcanzado cotas sin precedentes. Cada vez más personas pueden compartir información e intercambiar opiniones tanto dentro de los países como allende sus fronteras, verdadera bendición para la creatividad, la salud de las sociedades y la participación de todos y cada uno en nuevas formas de diálogo.
Al mismo tiempo surgen nuevas amenazas, que, en un contexto marcado por rápidos cambios, se alían con formas clásicas de restricción e imponen formidables obstáculos a la libertad de expresión. Cada día aparecen nuevas medidas para bloquear, filtrar y censurar la información. Esos obstáculos adoptan rasgos diferentes, pero a la postre ocultan siempre un mismo rostro: el de la violación de un derecho humano fundamental.
Las Naciones Unidas dedican sus empeños a lograr que Internet llegue a ser un recurso verdaderamente público y mundial, al que todos tengan acceso y en el que todos puedan hacer oír su voz. Ello pone de relieve la importancia de la calidad de los contenidos, y exige medidas para defender la integridad y seguridad de los periodistas digitales. Hay que trasladar al mundo de Internet todos los principios de la libertad de expresión.
Además, es imperativo protegerlos. En el último decenio, más de 500 periodistas perdieron la vida en el ejercicio de su profesión. Sólo en 2010 se informó de 60  asesinatos en todo el mundo. Cada semana nos trae su cuota de noticias sobre periodistas y blogueros que son objeto de intimidación y actos violentos.
Las violaciones de los derechos humanos fundamentales no pueden quedar sin respuesta. Las autoridades de los Estados no deben escatimar esfuerzos para combatir la impunidad y proteger la seguridad de los periodistas. Nunca olvidaremos el coraje de los que pagaron con su vida nuestro derecho a saber.
La revolución mediática trae consigo nuevos debates sobre la libertad de expresión, la naturaleza de la reglamentación o el equilibrio entre expresión y responsabilidad. Que no nos asuste explorar estas cuestiones desde todos los ángulos. Todos por un igual debemos mostrarnos a la altura de las circunstancias y asumir la responsabilidad del cambio.
Transcurridos veinte años desde la Declaración de Windhoek, los hechos demuestran cada día que promover la libertad de expresión sigue siendo tan importante como siempre. En este Día Mundial de la Libertad de Prensa 2011, exhortamos a todos los gobiernos a hacer frente común con las Naciones Unidas para garantizar y promover la libertad de expresión en los medios escritos, en las ondas y en Internet.

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